Tripulando las venas de Malasia
Ahora llegamos a la tierra literaria del pirata Sandokán.

Foto: el anochecer soñado en las Perhentian.Gentileza de travelfreak.com
Por: Renzo Opromolla , c orresponsal itinerante , Buque de Papel , e ntre Tailandia y Malasia
La estadía en la isla duró poco. Caminamos sus callecitas peatonales, descubrimos el aire tropical que la recorre y saboreamos la cálida escala de turquesas plasmada en sus aguas.
Fuimos homenajeados por un notable atardecer sobre la costa, y dejamos caer junto a él algunos de esos negros adoquines que se ocupan de entumecer las mentes. Mas la visita fue breve. El propósito de continuar hacia el sur me llevaba a planificar los destinos por venir. Quedaban solo siete días más en el Sudeste Asiático, por lo que decidí iniciar el recorrido final hacia el último de mis destinos: Malasia.
Así fue como emprendí al mediodía siguiente el regreso en barco hacia la costa. El fornido navío supo surcar con cintura de felino la insistente secuencia de olas, devolviéndonos al continente. Una vez allí no tardé en conseguir los tickets hacia la fronteriza ciudad de Satun Golok, donde realizaría el cruce hacia el incógnito país de mayoría musulmana.

Foto: la isla Perhentian Kecil. Gentileza veroyfelipe.blogspot.com
Después de largo andar, sellé mi pasaporte y di fe, bajo el romántico y pintoresco diluvio, de haber llegado a tan lejana patria. Las gotas danzantes que expelían las nubes se grabaron en mi mente en el mismo instante en que, mochila al hombro, cruzaba aquel sencillo puente limítrofe.
Continuando con lo pensado, busqué luego algún ticket que me permitiese llegar hasta la costera ciudad de Kuala Besut, desde donde tomaría, a primera hora del día siguiente, una lancha hacia las majestuosas Islas Perhentian.
Frente a la negativa respuesta respecto al transporte en bus, varios taxistas se acercaron ofreciendo sus servicios. Agotado y atosigado por el hambre decidí pausar la gestión y desenredar, antes de seguir, aquel embrollo proteínico. En el ínterin, una vez recobrado, me encontré con un joven canadiense que, luego de intercambiar un par de palabras, me comentó que se encontraba viajando hacia el mismo destino que yo, por lo que, sin casi dudarlo, decidimos entonces compartir un taxi hasta la mencionada ciudad.
El recorrido no era muy largo, por lo que con menos de dos horas bastaría para el arribo. Atónitos nos quedamos cuando de repente el chofer detuvo el coche, descendió, y a modo de explicación indicó que era la hora señalada por el ministro para realizar el último de los rezos diarios exigidos por la religión musulmana. Boquiabiertos y asombrados por la oportunidad de tan inusual vivencia permanecimos allí sentados, casi impotentes, esperando por su regreso. Una vez satisfecha su obligación religiosa proseguimos, llegando un rato más tarde.

Foto: el agua cristalina de las Perhentian.Gentileza de travelfreak.com
Dormimos en una habitación sencilla, y junto al nuevo día cruzamos, tras cuarenta y cinco minutos de lancha, hacia Pulau Perhentian Kecil, una de las dos islas que componen la reserva natural marina de Redang. La naturaleza hipnotizaba con su tupido y lumínico péndulo imparcial, emancipándonos de las sensaciones sombrías que pueblan la tierra.
El agua cristalina dejaba ver, sin pudor, el hondo sedimento sobre el que se recuesta. Los peces, moluscos y demás organismos subacuaticos nada temen al mostrar sin mezquindad la trayectoria de sus ritmos, que impregnan de vida ese mundo perfecto.
Las playas de blanco asfalto reciben a los turistas reclamándoles el respeto que ellas también practican. Y así, todo confluye en una atmosfera especial que todo lo sumerge en estados de calma y vigor propios de la ejemplar naturaleza.
Observando las huellas de mis pies descalzos sobre la arena húmeda avanzaba sobre la “playa larga”, intentando hacer foco en aquellas imágenes que quería llevarme conmigo.
Por las noches los barcitos playeros organizaban alguna barbacoa, por lo que toda la ribera se llenaba de colores cálidos, producto de los rostros alegres y el candor de las velas.
En el desayuno los crêpes a la miel convencían al apetito en firme consenso, mientras el resto del día se prestaba a una buena lectura, al despliegue de algún escrito o al simple acto de contemplar el eterno horizonte.

Foto: la "long Beach" en la Perhentian Kecil. Gentileza del sitio playasyresorts.com