Antigüedades llenas de historias
Los anticuarios de Chapinero son espacios culturales que ofrecen una colección de arte múltiple.
Fotos: Alvana Ríos
Por: Alvana Lorena Ríos Fonseca , Periodista Buque de Papel , Bogotá
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Mañana radiante, frescos vientos que bajan desde los cerros orientales. Chapinero, una de las localidades más tradicionales que tiene la capital, rodeada de riachuelos, con una iglesia de arte Gótico conocida como Nuestra Señora de Lourdes. Es una zona residencial mezclada por apartamentos, algunas casas quintas, comercio, universidades y rumba, que hacen de este lugar un espacio diverso.
En las calles de Chapinero se halla de todo un poco, para pasear y comprar. Uno de esos recorridos lleva a la carrera novena con calle 62, donde se encuentra una vía llena de anticuarios y en donde cada uno de sus artículos evoca una historia original e intima, que sobrevive al tiempo.
Los objetos se hacen visibles, uno a uno, en los distintos almacenes que están a lado y lado de la calle. Se ven entradas con escaleras forradas con tapetes, como si se tratara del ingreso a una gala, en donde quitar el pasador de una reja o simplemente cruzar el marco de una puerta, nos llevara a un mundo maravilloso.
Fotos: Alvana Ríos
En cada entrada se observan cuadros colgados en la pared, caperuzas enganchadas en el techo, diversidad de grabados, esculturas, lámparas, todos influenciados por el diseño del Art decó, que se exhibieron en la vida cotidiana de la década de los años 1950, que adornaron muebles de diferentes tamaños, así como edificios en diferentes países.
La mayoría de los clientes llegan con diversidad de gustos y estilos. Muchas veces, personas que no conocen de antigüedades, como otros que son expertos en el tema, hacen enriquecedor el arte de vender y comprar con el propietario, estando por medio siempre la oferta, con objetos a buen precio que varían desde 30 mil pesos (13 dólares), hasta 400 millones (20 mil dólares); en ciertos casos un poco más dependiendo del establecimiento.
“Los anticuarios de Chapinero tienen buena reputación por la variedad de muebles antiguos. En materia religiosa crucifijos y santos, adornos clásicos, cuadros del siglo XVII y muchas piezas autenticas, lo cual les da un renombrado comercio a todas estas colecciones”, como lo afirmo, Diego Holguín Kinsey, propietario del establecimiento “Sol de Otoño”, uno de los anticuarios que conforma el mercado, el cual lleva de 15 años trabajando en este oficio.
Para conseguir las distintas decoraciones que llegan a la tienda, en varios casos se viaja al exterior, llegan por encargo, hacen diferentes recorridos por el país, de algunas mudanzas también suelen aparecer piezas, o ciertos clientes que por necesidad o negocio llegan al sitio a ofrecer sus objetos y si están en buen estado, o tienen algo en particular, las compran, y poco a poco van haciendo su colección para ofrecer a los distintos clientes que frecuentan cada anticuario.
Fotos: Alvana Ríos
Muchas veces no imaginamos que puedan existir piezas tan valiosas, a veces el público desconoce el valor que tienen algunos objetos. A sus vendedores les gustaría que le dieran el mismo cuidado que ellos le dan desde el momento que llegan al almacén.
La mayoría de las personas que se dedican a este negocio demuestran su conocimiento, cariño y entrega al cuidado de cada pieza, ya que algunas llegan en regular estado, se toman el trabajo de restaurarlas y es así como con cada mantenimiento el objeto vuelve a nacer. Luego se exhibe y se vende, bien a los tres días de estar listo, o con el paso de varios años.
Estos negocios son rentables, pero no venden todos los días. Su manejo es lento pero provechoso. La crisis mundial comienza a llegar a todas partes y muchos de los comerciantes se están viendo afectados y buscan alternativas para contrarrestar el aprieto. Esperan con aprobación y apoyo de de Chapinero, exhibir sus objetos los sábados, en una especie de feria en la calle, con el fin de brindar a la ciudad, habitantes y turistas un espacio cultural y comercial.
Los vendedores de esta miniferia del anticuario serían únicamente las personas de la zona. Para ello cuentan con suficiente espacio en los andenes para organizar cada una de sus muestras, aportándole más importancia e interés al lugar, que, entre diferentes tiempos, busca ser visitado sin obstaculizar el paso en las calles de Chapinero.
Fotos: Alvana Ríos