El Parque Monumento de Trujillo
Los muertos aparecen vivos en cuerpos esculpidos, como homenaje a los muertos de la masacre.

Los nombres de los osarios se borran, y las figuras se caen, pero entre todos los visitantes se renueva cada día. Foto: J.J. Sarabia. Buque de Papel.
Por: John Jairo Sarabia Trigos , Buque de Papel , Bogotá
“Los muertos aparecen vivos en cuerpos esculpidos, son los huesos secos que se unen en grito de justicia, los muertos se levantan, nos miran y nos hablan, la siembra de semillas, convertida en esperanza”.
Cuando leí por primera vez este poema de Matritor, una de las monjitas “templadas” que han sacado adelante la memoria de las víctimas de Trujillo, no sabía realmente a qué se refería con sus estremecedoras frases. Incluso, utilicé estas líneas para ilustrar el final una novela corta que escribí hace muchos años.
Hoy, al pisar este municipio del departamento del Valle del Cauca (Colombia), sé que se refiere al Parque Monumento, una montaña con osarios que tienen esculpidas imágenes de quienes desaparecieron y torturaron. Es un lugar que recupera la memoria para no olvidar. Muchos hubieran preferido construir casas para los familiares de víctimas, pero si no fuera por este emblemático sitio, hoy Trujillo sería recordada como el pueblo que siempre tuvo y tendrá paz.
Los osarios con “cuerpos esculpidos”
Doña Elvira lloraba al reconstruir a su hijo al que desaparecieron ante una gran multitud de testigos, en un osario que tiene el nombre de éste. “Era hermoso”, dice la hermana Maritce Matritor, refiriéndose al acto simbólico de construir los rostros de las víctimas por sus familiares que quieren mantener vivo el recuerdo en expresión de resistencia contra la impunidad de los crímenes. “Era hermoso”, repite doña Elvira, “pero usted no sabe cómo estaba yo por dentro”.
Las imágenes esculpidas en cemento debajo de cada lápida imitan momentos de las víctimas registrados en algunos casos en fotos. Dentro de la tierra están sus restos: cráneos baleados, huesos rotos, incinerados. Y de quienes desaparecieron se hallan algunas de sus pertenecías. De quienes no se tiene nada, entonces una carta del hijo o de la hija que creció sin saber qué era sentarse en los pies de un padre o sin sentir el calor del abrazo materno.

Cada figura nos recuerda un nombre, un ser humano, una víctima y alguien que quiere recordarlo. Foto: J.J. Sarabia. Buque de Papel.
El muro “A la sombra del amor”
El muro en realidad es una parte de un círculo imaginario que se está construyendo en diferentes partes del mundo. En Trujillo está nuestro pedazo, el de Colombia, pero pese a ser un muro ‘A la Sombra del Amor’ y no bajo el terror del odio, el primer año que lo vi estaba atravesado por balas de delincuentes que pretendían destruir la estructura, pero que hasta hoy se conserva en pie, como la memoria y la resistencia que se respira entre los familiares de víctimas.
Los actos celebrativos se hacen al frente del mismo, en la Plaza Ceremonial, donde cada año docenas de personas se congregan en una peregrinación que recorre los osarios en un camino espiral, hasta llegar a la cima donde los símbolos hacen su aparición después de contemplar las esculturas.

El Muro ‘A la Sombra del Amor’ y el ‘Árbol del Abrazo’, dos símbolos del parque. Foto: J.J. Sarabia. Buque de Papel.
El Árbol del Abrazo
En la cima también hay otro símbolo, en esta ocasión, un regalo de la misma naturaleza, como si hubiera estado siempre allí para luego convertirse en ‘El Árbol del Abrazo’.
La primera vez que supe de Trujillo y del mar de sangre que la estaba bañando, fue por medio de una postal donde dos árboles se abrazaban entre una coincidencia natural y la posibilidad de simbolizarlo como un mensaje de solidaridad, esperanza y resistencia.
Son dos árboles de guamo frente al Muro en la cima de la montaña que es El Parque Monumento. Alrededor de su abrazo se encuentran otros lugares especiales como ‘La Ermita del Abrazo’ y el ‘Mausoleo’.
El Mausoleo
No podíamos hablar de Trujillo y la masacre pasando por alto al Padre Tiberio Fernández.
Llegó al pueblo a proponer alternativas de trabajo ante la desesperanza sembrada por el desempleo, el narcotráfico y la remarcada desigualdad social que obligó a los campesinos a participar de una marcha nacional que posteriormente fue tachada como promovida por la guerrilla.
Estudiando en Europa y viendo los modelos económicos del socialismo, llegó a construir cooperativas, pequeñas microempresas que sostuvieran a los campesinos, como efectivamente se hizo realidad.
Vino con grandes ideas y se lo llevaron más que balas. Los bandoleros le quitaron la cabeza, las manos y los pies, con los que había construido oportunidades de trabajo y con los que había recorrido la zona para acompañar a los suyos, terminando tirado en el río Cauca como muchos otros.
En el Mausoleo del Parque están sus restos que por cierto, en enero de este año algunos intentaron profanar removiendo las placas pero, por motivos que aún son un misterio, dejaron intacto el pequeño baúl.
Este Parque es más que recuerdos. La hermana Maritce dice en su poema:
“Es la vida que trasciende más allá de la muerte, es el Parque-Monumento, reparación, dignidad, es espacio de justicia, lucha contra la impunidad, no es lugar de muertos, es lugar de vivos gritando libertad”.

‘ La ermita del Abrazo’ (izquierda) y el Mausoleo donde reposa los restos del Padre Tiberio Fernández (derecha) . Foto: J.J. Sarabia. Buque de Papel .