Hace 10 años Dios entró en La Habana

Recordamos el encuentro de dos personajes de la historia: Fidel Castro y el papa Juan Pablo II.

Foto: cubadebate.cu

Por: El Buque de Papel , La Habana, Cuba

En 1998, dos personajes de la historia volvieron a estrechar sus manos: el papa Juan Pablo II y el líder cubano Fidel Castro. La diferencia en esa vez, de las otras en que se vieron, es que lo hacían por primera ocasión en Cuba.

Una foto histórica que quedó para el recuerdo, más no así los cambios que Karol Wojtyla le instó a Castro, a aplicar en la isla: mayor libertad de cultos, de pensamiento y de acción. Algo que Fidel nunca aceptó.

Y es que fue emocionante ver a dos de los dinosaurios históricos medir fuerzas de la oralidad y de los poderes a pleno rayo del sol: el uno proveniente de la religión católica y su estado Vaticano, y el otro, desde su construida revolución, que al igual que la primera, costó vidas y sangre edificar, y en especial, mantener.

Un testigo de excepción fue el fallecido escritor de novela negra, el español Manuel Vásquez Montalbán, que en su libro, y del que parafraseamos el título “Y Dios entró en La Habana”, recogió en un mamotreto de 710 páginas los pormenores de la visita y encuentro históricos de hace 10 años.

Vásquez entrevistó a un anticastrista de Miami, llamado Max Lesnick, que resumió la esencia de la visita de Juan Pablo II a Cuba:

“Sí creo que la presencia del Papa en La Habana obliga a Estados Unidos a ser cauteloso en su política, porque no necesita une bendición papal, pero tampoco quiere una excomunión. De momento el juego es a tres bandas, Vaticano-Cuba, Vaticano-Estados Unidos, como en Polonia en los años 80. Pero no creo que el Papa pretenda que se repita en Cuba lo que pasó en Polonia, porque si hay alguna información mejor de lo que pasa, de la que tiene la CIA, la tiene el Vaticano (…) Yo estuve en Semana Santa en La Habana, después de la visita del Papa. Y un católico que te diga hoy en Cuba: ‘yo no voy a misa porque me van a reprimir’ te está mintiendo. (…) Hubo procesiones, pero e la misa que había más gente no había 500 personas y en una época de distensión. La iglesia se equivocó marginando el sincretismo durante la visita del Papa, porque esa es la religión verdaderamente instalada en el pueblo. Separar a los sincretismos del catolicismo es un error táctico y estratégico (…) Políticamente, lo inteligente no es discutir si eres católico en Jesucristo o en la Virgen María, o si eres católico de Changó, Ochún y Obatalá. Fue el cardenal el que señaló la línea divisoria. Habría que desentrañar si la iglesia está autolimitando su propia capacidad y se separa de los afrocatólicos para no aumentar su poder y alarmar al gobierno”.

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Es así como Vásquez Montalbán afirmaba que “ una vez caído el socialismo real, cuestionada la capacidad del capitalismo para satisfacer las necesidades de la inmensa mayoría, la ciudad de Dios y la ciudad socialista buscaban una coincidencia que salve ala revolución cubana de Estados Unidos, y de sí misma, que ayude a la iglesia católica a recuperar la crisis religiosa que padece la Polonia poscomunista o el vacío de los cuarenta millones de creyentes que ha perdido en América Latina, según el CELAM ”.

Y después de 10 años, la situación de la isla sigue igual: deteriorada y con una gran presión interna, en especial de los jóvenes para vivir en libertad. Tampoco las cosas van mejores para la Iglesia Católica: la deserción y escándalos de abusos sexuales han florecido durante esta década.

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Fidel Castro, uno de los estadistas del último medio siglo

La agencia oficial de noticias de Argentina, Telam, presentó así un perfil de Castro:

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Fidel Castro, quien hoy anunció que no está dispuesto a reasumir el poder en Cuba, fue uno de los estadistas que más influyó en la segunda mitad de siglo XX y, para muchos analistas, el último revolucionario latinoamericano que impulsó siempre la autonomía del continente, siguiendo la línea de Simón Bolívar, José de San Martín, Augusto Sandino y José Martí.

Amado por impulsar la educación, la salud y la vivienda pública en el régimen socialista que instauró luego de triunfar en la revolución de enero de 1959, fue a la vez criticado por su política de derechos humanos y por impedir el desarrollo de la libertad de prensa y las libertades individuales en la isla.

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El hombre, quien logró gobernar su país a lo largo de 50 años aún en medio de la desintegración de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín, nació el 13 de agosto de 1926 en Birán, entonces provincia de Oriente (actual Holguin), a 700 kilómetros al este de la capital cubana.

Hijo de una familia de inmigrantes españoles de clase media dedicados a la producción azucarera, se destacó desde niño por su carisma y su inteligencia. Fue educado por los jesuitas y, según algunos de sus biógrafos, su pasión por el conocimiento lo llevaba a leer un libro por noche.

En 1945 ingresó a la Universidad de la Habana para estudiar Derecho Civil y se graduó como licenciado en Derecho Diplomático. En 1951 se casó con Mirta Díaz Balart, con quien ya había tenido un hijo, Fidel Castro Ruz Balart, en 1949.

Sin embargo, la mujer más importante de su vida fue Celia Sánchez, quien permaneció a su lado 23 años.

Celia fue su amiga, confidente y secretaria, aunque su relación nunca fue pública. Los analistas dicen que en su casa del barrio habanero del Vedado el comandante en jefe descansaba de sus fatigas. Pero en 1980 un cáncer terminó con la vida de la mujer .

El 26 de julio de 1953 Fidel dirigió el asalto al Cuartel Moncada, en Santiago, donde más de 60 de los 135 insurrectos murieron en combate o ajusticiados. El joven líder fue encarcelado después de su célebre alegato ante el tribunal, que tituló "La Historia me absolverá".

D espués de beneficiarse con una amnistía se exilió en México, donde conoció al argentino Ernesto 'Che' Guevara. Juntos se embarcaron el 25 de noviembre de 1956 en el puerto mexicano de Tuxpan en el barco Granma con otros 81 combatientes.

Sólo 16 llegaron sanos y salvos a las estribaciones de Sierra Maestra, donde comenzaron la guerra de guerrillas que los llevaría a La Habana tres años después. El ex dictador Fulgencio Batista huyó de Cuba el 31 de diciembre de 1958 y Castro llegó a la capital el 8 de enero de 1959.

El líder revolucionario tuvo un primer acercamiento con Washington, que apl a udió el derrocamiento de Batista, pero luego se distanció cuando Castro proclamó el carácter socialista de la revolución.

Poco después de tomar el poder, su gobierno expropió las refinerías Texas Oil Company, Shell y Esso, medidas que provocaron que Estados Unidos redujera la cuota azucarera, principal producto exportador de la isla caribeña.

En febrero de 1961, un grupo de anticastristas desembarcó en Playa Girón (Bahía de Cochinos), pero la revuelta fracasó y poco después, el 3 de febrero de 1962, el presidente John F. Kennedy ordenó el bloqueo total de la isla, medida que perdura hasta la actualidad.

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En octubre de 1962 el espionaje estadounidense descubrió que la ex URSS preparaba en la isla la instalación de rampas de misiles, lo que derivó en la llamada "Crisis de los misiles". La disputa se resolvió, pero Cuba cayó en la órbita de Moscú hasta que el régimen soviético desapareció en 1991.

Fidel se convirtió luego en jefe del partido, jefe del Ejército, jefe del Gobierno, jefe del Estado, y detrás de él se encolumnó su hermano Raúl, vicepresidente primero y ministro de Defensa, quien por Constitución asumió el poder hace más de un año y medio cuando el l í der dejó el mando temporariamente por problemas de salud.

Considerado un patriota por algunos cubanos, que se declaran abiertamente "fidelistas más que marxistas-leninistas", Castro le dio a Cuba proyección universal con su intención de lograr la igualdad entre los hombre a sólo 60 millas del país más poderoso de la Tierra, Estados Unidos.

Entre tanto, el presidente estadounidense George W. Bush, quien estuvo en Ruanda como parte de una gira por África, no tuvo comentarios inmediatos sobre los planes de Castro.