“Profesión, periodista; oficio, escritor”

Hernán Estupiñán lanza su nueva novela, El Nuevo Reino , en la Feria del libro.

Por: Carlos Fernando Álvarez C amargo, Buque de Papel , Bogot á

El periodista Hernán Estupiñán está convencido que la solución de los problemas colombianos pasa por el terreno de lo espiritual. Como decía Ridley Scott en su película “Cruzada”, cuando Saladín y sus musulmanes tomaron Jerusalén: “El nuevo reino no es de los hombres, sino de Dios, es un reino de los cielos”.

Y esta vivencia que considera filosófica más no religiosa, es la que lo hace luego de 25 años de trabajo en periodismo, exclamar convencido que su aporte a ese enderezamiento humano, su aporte a esa obra que llama divina, radica en las letras, en la creación literaria.

Con esta línea de acción y de vida, es que configuró su nueva novela “El Nuevo Reino”, con la que ganó el premio de novela corta Salvador García Aguilar, en Rojales, España, el año pasado, y que califica como un trabajo literario y de mucha labor, casi artesanal, del lenguaje castellano del siglo XVII, en la Nueva Granada.

La novela será lanzada oficialmente en un acto público el próximo domingo 27 de abril, en el salón Porfirio Barba Jacob, de Corferias, a las 3 de la tarde, como parte de la vigésima primera Feria Internacional del libro de Bogotá.

“Me decían que si no tendría problemas por hacer una novela, entrecomillas “cristiana”, y yo respondí que ¿por qué los iba a tener, si estoy convencido de mi fe? Además, es una novela que recrea un pasaje de la historia granadina, en los conventos de clausura de la colonial Santa Fe de Bogotá, y también fue un trabajo literario puro, de manejar el lenguaje, difícil, por ciento que se usaba en aquella época. Esa fue la razón del jurado para otorgar el premio”, recalca.

Buque de Papel lo entrevistó para hablar de esos demonios que según su concepto es necesario exorcizar, pero que prefiere dejar de lado con su profesión de periodista, que confiesa es su centro, pero al menos, en la charla, iba a ejercer su oficio, el de artesano de palabras, el de escritor.

-Así como les decían a Sor Juana Inés, Santa Teresa, o incluso Agustín y Tomás, “místicos”, ¿su onda podría considerarse neo-mística ”?

No sé, el mote que le quieran a uno poner está bien. Yo no soy un hombre de corrientes, que me digan “nuevo místico” está bien. Repito, así como Bukowsky hizo de la sordidez una cosa literaria, yo hago del misticismo o llamémoslo entre comillas de la “religiosidad”, que no lo es, un elemento literario.

-¿ Entonces siente que su tono literario va por ahí?

Sí, allí encontré el tono literario por varias razones: creo que “El Fantasma de la Desnudez” (su primer libro), ocurrió en el mundo. “No pregunten por Katrina” (segunda novela) era más una deuda que yo tenía con mi condición de colombiano, ese dolor del desplazamiento. Allá hay algunos elementos espirituales o bíblicos relacionados con Habauc, un poco en el sentido de cuando éste le preguntó a Dios “si tú existes, y eres bueno, ¿por qué hay hambre y guerras?” y Dios le respondía “porque ese no es mí tiempo”. Entonces, ese segundo libro era como el de un limbo, un espacio entre acá y allá. Pero el Nuevo Reino sí es completamente espiritual, pero sobre todo un trabajo literario. Tomé el desafío y el lenguaje de esa época y lo asumí. Aquí el resultado (muestra el libro).

-¿ Por qué la muerte está presente?

Nadie puede escatimar la realidad de la muerte. Es con lo que habitamos todos los días. Desde que se nace está con nosotros.

M ensaje y oficios

-En un tiempo de descreimiento, ¿cuál es e mensaje que el Nuevo Reino le deja al “reino” convulso de Colombia actual?

Me gusta mucho del doble nombre: “el Nuevo Reino de Granada”, como se llamaba Colombia en la época de la colonia, y “el Nuevo Reino de Jesucristo”, que es lo que quise plasmar y como se llamó finalmente la novela. Los libros son raros, terminan llamándose como una nunca piensa. Este se llamaba “El salón de las monjas muertas”, aún no sé por qué cambió. Y todo nuevo reino tiene un nuevo rey. En mi convicción cristiana es Jesucristo. Este no es un libro de mensajes, ni de lecciones. El libro que trae la salvación es la Biblia y el hombre que la trae es Jesús. Eso lo tengo claro, Este libro, el Nuevo Reino quiere indicar que la única revolución en la que el autor cree es la espiritual. Todas las demás nos han demostrado que no son posibles, son utopías.

En la medida en que el hombre se transforme espiritualmente, que acepte que es un ser inferior, que su libertad llega hasta donde empieza la de los otros, que somos mortales, el día que bajemos los egos, ese día, el mundo empieza a transformarse. Y eso lo da Jesucristo, Yo lo sigo a él por filosofía no por religión.

-¿ Cuál es el centro de E l Nuevo Reino ?

Es una novela sobre las monjas de clausura en el convento de La Concepción, en la Santa Fe colonial del siglo 17. El Nuevo Reino deja planteado un reto: que el lector quiera entrar en ese pedazo de la historia, la transición de la colonia a la República, el grito de los comuneros, la quina, como elemento fundamental de la expedición Botánica; y un crimen velado dentro de la trama, parecido a lo sucedido y que responsabilizaba a la monja Leticia López, hace 10 años en Bogotá. Fueron 14 años de un pedazo de la historia colombiana que encontré en los archivos de la Biblioteca Nacional, pero también ver los retratos en fotografías, después las pinturas que les hacían a las monjas cuando entraban y cuando morían fue algo sobrecogedor. Como dice al inicio de la obra, “son 14 años sin verse la cara ante el espejo”. Es una novela que recae en el antimito de Narciso.

-¿ Los monasterios de clausura, como el de La Concepción en Bogotá, que es el centro de su novela, tienen razón e ser actualmente?

Las monjas no estaban locas, hacían una vida de encierro y de verdadero cristianismo. Incluso le dije a un padre amigo, Julio Roncancio, qué sentido tienen hoy los conventos de clausura, y me contestó “hijo, si no fuera por la oración de esos justos, este mundo estaría peor”.

-¿ Qué significa llegar por tercera vez a la Feria del Libro?

En la Feria pasada les entregué el borrador a varios amigos de las editoriales y no creyeron en ella. Y no creyeron porque son amigos míos. Prendieron el motor de mi ansiedad por mejorarla. Del 2007 a este han ocurrido muchas cosas: creo que El Nuevo Reino es un milagro de Dios, porque un autor desconocido como yo, sacó un texto que estaba en remojo y a punto de dormir el sueño de los justos, y en menos de un año ganó dos premios internacionales y dos ediciones. Nunca una editorial grande me había parado bolas. Cuando salió la noticia que me gané el premio recibí cuatro llamadas de ellas. La leyeron en días y alguno me dijo, “un escritor con premio no es lo mismo que uno que no lo tiene”. Es duro, pero es real.

-¿ Escribir algo de época no es un problema en Colombia?

No lo creo. La literatura no es de ayer, ni de mañana, ni de hoy, la literatura es literatura. Punto.

-¿ Periodista o escritor?

Todavía me siento extraño. Cuando encuentro en la tapa del libro “periodista-escritor”, hay algo raro. Ser escritor es más. Siento que tengo un noviazgo con la literatura y quisiera que fuera un matrimonio, Todavía no puedo vivir de los libros. Por eso, profesión: “periodista” y ésta ha pesado en mis aspiraciones literarias. Hoy, mis prioridades son muy claras: el periodismo es mi modo de vida, mi profesión a la que le debo mucho. El “escritor” es mi oficio. Tal vez cuando la literatura se vuelva profesión de pronto no me gustaría tanto. Prefiero quedarme como un “artesano”, un carpintero de la palabra, porque el único arquitecto de ellas y de todo, es Dios.