“El teatro no se puede industrializar”

Entrevista con el director de teatro, Santiago García. Preparativos para el Festival Iberoamericano. Vida y obra.

Foto: archivo particular

Por: Leonardo Alba Mejía, especial para Buque de Papel, Bogotá

En Bogotá hay teatro por todos lados y uno de los iconos es Santiago García, artífice de la Candelaria, el grupo de teatro que durante más de 40 anos ha relatado en la escena los distintos temas de nuestra realidad.

El director colombiano con su estilo particular de responder preguntas y como testimonio de toda una vida consagrada a este arte que a veces desata preguntas hondas y otras veces aburre, nos compartió su pensamiento sobre la identidad, la política cultural y el futuro del teatro.

Pensar una política cultural pasa por tomar nota de lo piensan los que han persistido con su largo itinerario de invenciones y por afinar la inteligencia para que los procesos culturales y creaciones artísticas que han ayudado a reflexionar sobre nuestra historia y han despabilado la memoria, dormida por costumbre entre nosotros, sigan su recorrido. Ser una reserva ética y ejemplo de constancia con el oficio en una sociedad que cada vez sigue más los a veces non sanctos dictados del mercado son las lecciones que van dejando este recorrido por la vida de quienes en Colombia han dedicado su vida al arte y la cultura.

-¿De qué manera el grupo de Teatro la Candelaria ha aportado a la construcciónde una identidad nacional colombiana y latinoamericana?

Desde que empezamos nos interesó hacer un teatro de vanguardia lo más avanzado que pudiéramos. Estar al día con lo que estaba pasando en París o en Londres, lo mismo que los pintores y los literatos. En ese momento Gabriel García Márquez tomaba lo más avanzado que había en el arte y en la literatura con las artes plásticas y lo colombianizaba.

Era muy importante cómo transformar esas adquisiciones ultramodernas en algo absolutamente nacional, colombiano, agropecuario, alpargatado, y eso fue un ejercicio muy importante que se hizo en los años 50. Tal vez el ejemplo más diáfano que tenemos en este momento era Gabriel García Márquez, con Cien años de Soledad.

Esto ha sido la fórmula, digamos así, que después se encuentra en todos los grandes escritores o en el gran arte. Cervantes lo hizo con su gran novela El Quijote, al partir de lo particular, de la España provinciana en ese momento del comienzo del siglo XVII, con su inicio: “en un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”, es decir en el “carajo viejo”, y universalizarlo con algo tan sencillo como la narración.

En cierta medida es la forma que nosotros hemos tenido desde que empezamos a hacer teatro en la casa de la cultura y en La Candelaria, es decir, irnos hacia lo más particular y profundo de nuestra realidad cotidiana, pero trazándolo con las técnicas mas avanzadas del teatro contemporáneo de Harold Pinter, Beckett y de otros grandes creadores del teatro moderno con sus técnicas. Un ejemplo es “El paso”, una de nuestras obras que lleva 20 años y seguimos dándola, con técnicas de ensamblaje y de construcción de teatro, y que cuenta la historia de un pueblo y su vida, es decir, totalmente actual.

La obra más reciente que tenemos es a “Título Personal” y quisimos tratar, desarrollar y tocar el problema de los desaparecidos que es el problema más grave político y social que está viviendo el país en este momento: los miles de crímenes de personas que desaparecen y no saben dónde quedan, los falsos positivos; ese el tema esencial que corre como hilo conductor temático de toda la obra, pero con saltos muy fuertes de cuadro en cuadro con un sistema de forma muy moderna.

Teníamos mucha desconfianza como grupo para presentarla, pero nos llevamos una sorpresa al pasarla 72 veces. Así el arte no se vuelve un lujo o entretenimiento sino una necesidad, es necesario el arte en cualquier sociedad. En la época de las cavernas se pintaban esos frescos de los animales que cazaba el hombre casi en los albores de la humanidad y así hasta la actualidad.

-¿Cómo dialoga el grupo con esa idea oficial de industrializar el arte y la cultura?

Nosotros entendemos muy bien que el Estado tiene un pensamiento y una tendencia muy marcada sobre todo en este caso del arte. En el Ministerio de Cultura quieren una tendencia de la política que no es de Colombia sino neoliberal, como en el Europa y Norteamérica. Ese concepto se llama “ cultura del entretenimiento” y cae muy bien como empresa, como industria apoyada por las grandes empresas cerveceras, como Bavaria, o como Gas Natural. Esas empresas que auspician ambientes culturales les interesan las cosas que tengan un rendimiento inmediato en todas las áreas de la cultura.

Pero ahí está la gran cuestión, la gran divergencia para los artistas los que hacemos arte en todas sus múltiples expresiones generalmente lo que se produce como obra, el objeto que resulta como obra después de un trabajo serio no es un objeto que será divertido, puede que divierta, pero no es su esencia, no es para que la gente goce con una diversión de carácter superficial, sino que va mucho más a fondo.

El Estado en su tratamiento inmediato con nosotros nunca nos ha dado realmente la mano, aquí no hay ayuda para nada; nos otorga menos del 10% de los gastos que tenemos al año. Sin embargo, la defensa que hemos tenido que hacer contra los intentos oficiales de ir a cerrarnos esta institución - que ha habido intentos, pero no se ha logrado - es porque estamos muy bien cobijados por la opinión internacional: hemos viajado mucho, hemos sido invitados a festivales tenemos un buen nombre en toda América latina. En los festivales que hemos sido invitados en Francia y España tenemos un apoyo internacional que nos vuelve casi intocables.

-¿Cómo se imagina el país en su dinámicaartística y cultural en 10años?

Nosotros en este grupo al año vamos a 10 o 15 invitaciones a otras ciudades del país, hacemos como 20 salidas y estamos muy en contacto con nuestro país. Estamos sorprendidos por el desarrollo fuerte que hay en lo local. Por ejemplo, estuvimos en Riohacha, donde hay 14 grupos de teatro experimental, algo impensable hace 15 años.

En Bogotá hay teatro de barrio, de cultura de barrio y es muy desarrollado. En este momento hemos firmamos contrato con el Ministerio de Cultura para las salas concertadas. Hoy ya somos 35 en todo el país y aquí en la Candelaria, 14. Hace años sólo éramos tres.

En el instituto de cultura fomentan el arte como empresa como industria, e inclusive ya no tiene un director del asunto teatral sino un gerente, porque quieren que esto se industrialice y esto no se puede industrializar, es un arte, no se pueden hacer cosas en serie. Uno no puede hacer un molde de cómo hacer teatro, porque pensarlo es como si se fabricara uno para empanadas. Cada obra es un invento y esas es la esencia del arte, cada montaje debe ser innovador, irrepetible. El mismo Picasso decía que el arte no es una suma de hallazgos. Uno no hace arte para encontrar las leyes del arte, eso no existe; no es una suma de hallazgos sino un cementerio de invenciones”.