C ali, un nuevo latir
Algo está pasando en la sucursal del cielo.
Foto: cortesía Uber
Por: Leonardo Alba , e special para Buque de Papel , Cali
Recostada hacia unos farallones que albergan osos de anteojos y que la separan del océano Pacífico, abierta hacia un valle de cañaduzales y soya fue creciendo la ciudad de Cali.
En esta urbe, que parece hecha para el derroche de los sentidos y el hedonismo, han sucedido al mismo tiempo la literatura agitada de Andrés Caicedo, las disertaciones filosóficas de Estanislao Zuleta, la propuesta plástica de Oscar Muñoz y Hernando Tejada. Allí en ese rincón del occidente de Colombia vienen sucediendo hechos que permiten afirmar que Cali y su gente andan despabilándose y que hay un nuevo latir en la ciudad.
Bendecida por las brisas de la tarde, por la idiosincrasia de su gente con su desparpajo y su capacidad para gozarse las cosas pequeñas. En este lugar la constancia de unos artistas en un ambiente que solo parece hecho para cosas "light", la apuesta de la actual administración por lo que ha llamado Cali un nuevo latir y el proceso con el que algunos de sus proyectos culturales se están afianzando y hacen enamorar de Cali a su gente y a quienes llegan.
Ciudad que hasta hace poco parecía como el tango: una mujer flaca, triste y “descangayada”, ahora anda intentando mostrar una cara más bonita y coqueta.
En la historia de la ciudad, entre eventos y procesos que hacen parte de su bagaje cultural están: el Festival de Petronio Álvarez, que recoge la cultura de todo el Pacífico colombiano. Su música, sus marimbas, su gastronomía, su folclor. El legado teatral del Teatro experimental de Cali (T.E.C) de la mano de Enrique Buenaventura, que inspiró una nueva generación de jóvenes que registran su trabajo en www.teatroencali.com.
El movimiento de la salsa que a través del espectáculo “Delirio” se consolida como empresa artística. La calle del arte que reivindica toda la cadena productiva de los artesanos de Cali y hace del barrio San Antonio, patrimonio arquitectónico de , su vitrina. “AJazzgo”, el festival del Arte organizado por Amparo Sinisterra de Carvajal e Incolballet.
Toda esta actividad cultural tiene mucho valor cuando la apuesta del actual alcalde es pensar la ciudad, imaginarla, sonarla, reconstruirla desde los distintos sentires y anhelos de su gente.
Un ejemplo de que algo está pasando en Cali es el Salón Nacional de Artistas, en su versión 41, que logró realizar 20 exposiciones, reunir a más de 300 creadores y montar 19 estaciones pedagógicas en la ciudad. En el recorrido por los espacios tomados para tal exposición, en salas, en las calles y auditorios se revela lo que está pasando con el arte en Colombia.
Al lado de la obra plástica y fotográfica de Ever Astudillo y Fernell Franco que se pasean por ese universo gris y melancólico de la ciudad de Billares, salas de cines que ya no existen e inquilinatos también está el arte de las instalaciones: copas de cristal que se caen y rompen para hablar de la fragilidad humana; al mismo tiempo el espíritu contestatario con el que los alumnos de artes integran sus colectivos con los que salen en camiones y canoas por la ciudad y el río Cauca a encontrarse y dialogar con distintas comunidades que confluyen en estos entornos.
La 51 Feria de Cali es también un ejemplo de la recuperación de cívica, alegre, popular, rumbera e incluyente en donde se cumplió el deseo de muchos caleños de hacer parte de unas de las ferias más importantes y organizadas de Latinoamérica.
soñada pide más “lugares a dudas”, que además de ser una actitud es el nombre con el que Oscar Muñoz nombró la sede de un colectivo de artistas en el que se presentan “ performances ” y donde se le ofrece a la gente un espacio de estudio y un centro de documentación alrededor del arte. Cali pide preguntarse qué es lo que se puede hacer para seguir aportando a una ciudad que tiene todos los atributos para ser una de las grandes de la capital del Pacífico.
La caleñidad anda desatándose, el cariño y la dulzura de su gente, su infinita capacidad de goce dicho en varios pregones y letras de salsa, la frescura con la que la gente se encuentra para bailar y quererse. Esa cosa intangible de los caleños poniendo lo mejor de sí por su ciudad es el más valioso de los patrimonios que tiene la “sultana del Valle”.