El transporte público sobre tres ruedas

Por la localidad de Bosa circula un medio de transporte alternativo e informal.

Juan Sanabria aprovecha su trabajo como entrenamiento. Foto: Gloria Lugo. Buque de Papel.

Por: Gloria Lugo Cruz , pe riodista Buque de Papel , Bogotá

Muchas de las localidades de Bogotá cuentan con el servicio de triciclos o bici-taxis; hoy en Bosa suman alrededor de 250 vehículos y la gente, los prefiere porque son un medio de transporte práctico, ecológico y que se ajusta al bolsillo de los usuarios.

La jornada comienza cuando apenas el sol se asoma por el horizonte, la ciudad empieza a abrir sus ojos a un nuevo día de trabajo y un grupo de hombres salen de sus casas a recoger sus triciclos para empezar el pedaleo diario. La lucha por conseguir el sustento para sus familias, contrasta con las ganas de colaborarle a la comunidad, prestando un servicio que favorece a todos.

El servicio de transporte público en triciclos por la localidad de Bosa, empezó a implementarse desde hace cuatro años y medio, cuando William Guerrero, dueño de una pequeña bicicletería en el barrio Islandia, conoció a un bacán que venía de la costa y fue quien trajo el modelo de los carritos a Bogotá. Después, William empezó a trabajar para perfeccionarlos, hasta realizar la bien montada versión de ellos que vemos ahora.

El arte comienza en su taller que ahora ya no es tan pequeño (en parte, gracias a las ganancias que le ha dejado el negocio). Allí a punta de ingenio, hierros y soldadura le va dando forma a esta idea, forjando el esqueleto básico de todo triciclo. Luego de tenerlo armado se le ponen las llantas, la cadena para las ruedas, las sillas y su respectiva carpa. Eso sí el color de esta última depende del gusto del cliente. Se le hacen las apropiadas pruebas de calidad y resistencia, y una vez terminado este proceso, se pone a rodar por las calles del barrio.

Muchos de los triciclos que hoy circulan por de Bosa, están afiliados a agremiaciones o cooperativas, que se han creado con el fin de organizar el servicio, distribuyendo los carritos en los diferentes puntos del barrio de una manera equitativa y otorgándoles una placa con un número para identificarlos, como una garantía de seguridad para la tranquilidad del cliente; buscando además, que su trabajo sea visto por las entidades distritales y que más temprano que tarde, se les reconozca y certifique como un servicio de transporte público totalmente legal. Hoy, es un modo de transporte ilegal en todo el país. No existe reglamentación alguna, y el Código Nacional de Transporte los prohíbe al igual que a los famosos mototaxis de la Costa Caribe.

Un medio de transporte ecológico y práctico para los habitantes de Bosa. Foto: Gloria Lugo. Buque de Papel.

Lo que transportan

En la actualidad los triciclos se han convertido en el medio de transporte preferido por los habitantes de la localidad, porque prestan un servicio puerta a puerta que se ajusta al bolsillo de los usuarios, ya que por la módica suma de $1.000 pesitos (50 centavos de dólar) por pasajero, trasladan a la gente en distancias cortas; por ejemplo, a estudiantes que van para los colegios, a las personas que van a trabajar y viven un poco lejos de las avenidas principales o a prácticas amas de casa que se movilizan en ellos con sus bolsas de mercado.

Pero estos vehículos no sólo llevan y traen personas, además prestan un servicio para realizar mini-acarreos, transportando desde colchones, camas, armarios, equipos de sonido o televisores, hasta aparatos tan grandes como neveras y lavadoras. Cabe aclarar que para estas labores que requieren un poco más de esfuerzo físico por parte de los triciclistas, se negocian con el usuario unas tarifas especiales, valores que no superan los $3.000 o $4.000 (dólar y medio o dos dólares); una diferencia bastante amplia respecto a lo que cobraría un camión de acarreos o un taxi.

Para describirles un poco cómo es la experiencia de viajar en este medio de transporte, decidí subirme en uno de los triciclos y dar una vuelta por algunos barrios de la localidad. A simple vista el viaje en estos vehículos pareciera un poco incomodo, pero simplemente hay que subirse, sentarse bien y prepararse para disfrutar del panorama, ya que algunos triciclistas se encargan de manejar con las debidas precauciones del caso, evitando huecos, charcos y a conductores imprudentes. Se parece a Tailandia donde el caos por los famosos Tuk-Tuk es evidente.

Mientras recorríamos algunas de las calles principales de la localidad, nos cruzamos en el camino con otros triciclos. Algunos de ellos simplemente llevaban personas de un lado a otro. Uno muy particular; aparte de sus pasajeros transportaba sobre su carpa un escritorio, y otro llevaba una carga con un número considerable de colchones, tal vez para alguno de los almacenes de muebles que están ubicados en la parte comercial de Bosa.

Cada conductor adecua los triciclos a su gusto. Foto: Gloria Lugo. Buque de Papel.

Hablando de gastos y ganancias

Conversando con los conductores de los triciclos, me contaban que un carrito de estos puede llegar a costar entre un millón doscientos y un millón cuatrocientos mil pesos (nuevo); pero que de segunda se consiguen por sólo quinientos o seiscientos mil pesos, dependiendo del modelo y del uso.

“La engallada va a gusto de nosotros”, decía uno de los conductores, ya que una vez se adquiere el vehículo, cada quien lo adecua a su manera. Unos les ponen luces, espejos retrovisores, le cambian el modelo de los manubrios y les colocan ciertos adornos, que los hacen más llamativos o simplemente que les dan cierto caché.

Por ejemplo, hay unos triciclos que tienen empotrados en su estructura un radio de carro con sus respectivos parlantes o un equipo de sonido, todo con el fin de hacer más placentero el viaje para los usuarios, quienes sumergidos en la música se olvidan un poco del afán del día a día y simplemente se dejan llevar por las tonadas.

Los conductores que son propietarios de sus triciclos se sienten felices ya que son sus propios jefes y no tiene que rendirle cuentas a nadie, así que todas las ganancias del día son exclusivas para ellos. Pero otros triciclistas trabajan para los dueños de los carros y del producido que se hacen todos los días, deben pagar una cuota de $10.000 o $12.000 (3 a 4 dólares) diarios por el alquiler del vehículo.

Además, también los empleados deben cubrir otros gastos de los triciclos, como las refacciones, la limpieza y el costo del garaje para guardarlos por las noches, que varía entre $500 y $700 pesos; lo que reduce aún más las ganancias netas.

Estos pequeños carritos transportan de todo. Foto: Gloria Lugo. Buque de Papel.

La jornada de trabajo

Muchos de estos hombres arrancan su labor desde muy temprano en la mañana. Por ejemplo, don Pedro Arce sale de su casa desde las cinco de la mañana, transportando personas que van a sus trabajos hasta las avenidas principales, donde pueden tomar el bus. Además de prestar un servicio para reducir el tiempo que se gastarían los usuarios en este trayecto si se fueran caminando, los triciclistas ayudan con la seguridad del sector, porque evitan que las personas se expongan a atracos en estas horas de la madrugada.

Hacia las seis de la mañana el señor Pedro sigue recorriendo el barrio. A esa hora va a recoger a unos estudiantes que lleva hasta el colegio El Gran Saber, debido a un contrato que ha hecho con anterioridad con los papás de los muchachos, quienes le pagan quincenalmente por su servicio.

Luego de trabajar otro rato más, hacia las nueve de la mañana se devuelve a su casa para desayunar. Sale de nuevo y trabaja hasta la 1 de la tarde, hora en que regresa para almorzar y hacia las tres de la tarde continúa con su jornada hasta las ocho de la noche.

El que los triciclistas estén todo el día de un lado para otro, les sirve para mantener el estado físico, por ejemplo don Juan Sanabria describe su trabajo como un entrenamiento, ya que el constante pedaleo es aprovechado para mantenerse y regular su condición física de atleta consagrado. Su capacidad se ve puesta a prueba especialmente en los momentos en que tiene que transitar por algunas calles de la localidad que aún están sin pavimentar.

Al final de la jornada estos hombres guardan sus triciclos en los garajes y regresan a sus casas con la satisfacción del deber cumplido. Un día más de trabajo en el que las cosas se hicieron bien, se consiguió lo del sustento diario para sus familias y además se contribuyó con la movilidad del barrio, prestando un buen servicio para la comunidad.

El taller donde nacen los triciclos. Foto: Gloria Lugo. Buque de Papel.

Biciclistas a la espera de clientes . Foto: Gloria Lugo. Buque de Papel.