Descubriendo la riqueza material y cultural

Emprendimos un viaje para conocer el Caribe colombiano, recorriendo Cesar, , Atlántico, Magdalena y Bolívar . Primera parte.

Navegando por el río Magdalena. Foto: Gloria Lugo Cruz. El Buque de Papel.

Por: Gloria Lugo Cruz , p eriodista Buque de Papel

Bogotá

Para muchos de los que vivimos en Bogotá se nos puede convertir en un sueño o meta el poder llegar a conocer el mar, ya que nuestra ciudad capital se encuentra situada hacia el centro del país, y para siquiera pensar en llegar a , debemos planear un recorrido de más de 24 horas por carretera. O en avión.

El destino principal de nuestro viaje era llegar hasta un punto muy lejano de Bogotá, queríamos conocer el Cabo de , pero como el camino de Bogotá a era largo e incierto, decidimos hacer varias paradas en diferentes municipios del departamento del Cesar, para descansar, tomar energías y conocer un poco más de la geografía costeña norte de nuestro país.

Primero llegamos a Aguachica, la segunda ciudad más grande del Cesar; allí fuimos muy bien recibidos y además amablemente atendidos por los anfitriones, empezando con un delicioso desayuno con pescado Bocachico, bollos (envueltos de yuca) y el famoso suero costeño, una especie de queso para untar pero un poco más agrio, manjar que por primera vez probaba en mi vida. Debo admitir que al comienzo no me gustó del todo, pero luego de comerlo como acompañante de todas las comidas durante nuestro viaje, uno se termina acostumbrando y hasta le encuentra un gusto particular.

El Parque del Morrocoy en Aguachica, Cesar. Foto: Gloria Lugo Cruz. El Buque de Papel.

De Aguachica partimos a Gamarra, un municipio que basa su fuente principal de trabajo en la pesca en agua dulce, ya que tiene como gran ventaja el estar situado a orillas del enorme río Magdalena. En éste lugar nos subimos a una chalupa, un pequeño barco de motor que es utilizado para el turismo y como medio de transporte entre los pueblos ribereños.

La experiencia fue emocionante, porque además de poder apreciar de cerca la imponente inmensidad del principal río de Colombia, el conductor de la chalupa me permitió manejarla por un tramo del recorrido, con un poco de susto y aunque las manos me temblaban, creo que no lo hice tan mal y para tranquilidad de todos no me estrellé, ni tuvimos que lanzarnos al agua.

Al estar navegando por las aguas del Magdalena mi mente se transportó a aquella época en la que, como nos cuentan los historiadores, este río era el principal afluente de transporte de nuestro país, y en la que, sobre sus aguas, se embarcaban verdaderos buques a vapor, llevando gente y mercancía de un lado para otro.

Con la mochila puesta y listos a viajar por nuevos caminos

Continuando en el departamento de Cesar, en la madrugada del día siguiente partimos rumbo a Codazzi, un pequeño pero acogedor municipio donde cada año se realiza el Festival de Música Vallenata en Guitarra. Allí pudimos disfrutar de un agradable clima y la hospitalidad de sus habitantes.

Una bonita serenata vallenata. Foto: Gloria Lugo Cruz. El Buque de Papel.

En la noche uno de los anfitriones invitó a su casa a un cantautor vallenato amigo suyo, quien nos hizo una demostración de su destreza con la guitarra e interpretó un buen repertorio de canciones, algunas de artistas reconocidos y otras de su autoría.

Luego de escuchar la hermosa serenata vallenata fuimos a comer uno de los platos que se han vuelto célebres en la región, por ser uno de los favoritos de propios y visitantes: las completísimas salchipapas de Codazzi, una deliciosa combinación que no se parece en nada a la que conseguimos en Bogotá, ya que las costeñas aparte de tener papas fritas y salchichas, también tiene entre sus ingredientes la carne de res, de cerdo, pollo, butifarra (embutido), bollo y lechuga, entre otros.

Al día siguiente, de Codazzi nos fuimos para Valledupar la ciudad capital del departamento de Cesar, conocida a nivel mundial por ser la cuna del Festival de Allí hicimos un recorrido por algunas de sus avenidas principales, las cuales se caracterizan por tener varías glorietas en el centro de las cuales se levantan unos monumentos, como el de “Los Músicos”, “El Cacique Upar", y “”, por ejemplo.

Un ejemplo del mito que nos contaban nuestros abuelos... Foto: Gloria Lugo Cruz. El Buque de Papel.

Mientras podíamos llegar al maravilloso mar de , nos fuimos a las afueras de Valledupar, más exactamente al balneario Hurtado, el cual está ubicado a las orillas del río Guatapurí. Tentados por sus cristalinas aguas decidimos darnos un corto chapuzón en él, bueno, más bien podríamos decir un frío chapuzón, porque el río tiene una temperatura muy baja, ya que viene directamente de de Santa Marta.

En un costado del balneario pude observar una estatua de una sirena. Al preguntar lo que ésta representaba, me explicaron que la figura tiene una leyenda: una niña desobediente decidió bañarse en el Guatapurí un Jueves Santo y por tal motivo Dios la castigó y la convirtió en este mítico ser. Cuentan los abuelos que antes, la sirena salía a las rocas los jueves santos y emitía un hermoso canto, con lágrimas de arrepentimiento en su cara.

Luego del interesante recorrido por el Cesar levamos anclas y emprendemos nuestro camino hacia detalles de esta “travesía” se los contaré en la próxima edición de nuestro Buque, con la firme esperanza de poder conocer el mar, pero no un mar cualquiera, si no el de las azules y cristalinas aguas que rozan el desierto del Cabo de la Vela.

¿Un chapuzón en el río Guatapurí? Foto: Gloria Lugo Cruz. El Buque de Papel.

La plaza Alfonso López de Valledupar, uno de los escenarios del Festival Vallenato. Foto: Gloria Lugo Cruz. El Buque de Papel.