Bokkan Kakishita , maestro de la caligrafía
Este arte, que comenzó con la huella de un pájaro, está presente en la FILBo 2008.

P ara manejar a la perfección el arte oriental de la caligrafía se requieren por lo menos treinta años. Foto: Patricia Hall – Diseño: J.J. Sarabia . Buque de Papel .
Por: John Jairo Sarabia Trigos , Buque de Papel , Bogotá .
Una pila de gente se amontona alrededor de un rectángulo. Voy caminando entre geishas de porcelana, admirando sus trajes y observando el paisaje oriental. No estoy en oriente, por supuesto, pero recorro una galería que le hace honor al país del Sol Naciente: Japón. Esa cantidad de personas rodean a un gran personaje importado de aquella bella región.
Me acerco lo más que puedo y observo a un anciano vestido de un traje azul. Tiene una brocha en sus manos y un papel dispuesto al frente. La gente lo admira y se queda callada tratando de escuchar las explicaciones de sus caracteres chinos por medio de una traductora que no deja de sonreír con las palabras del personaje.
Este hombre de sesenta y ocho años es el maestro Bokkan Kakishita. A usted podría parecerle extraño, pero es uno de los calígrafos de talla mundial con mayor experiencia. Fue discípulo de otros dos grandes maestros: Ukyo Tejima y Tahio Yamazaki.
Buque de Papel tuvo la oportunidad de entrevistarlo cuando la gente se esparció por toda la galería. Antes de escuchar su testimonio es importante adentrarnos a este bello arte en el que poco hemos incursionado.

E l maestro Bokkan descubrió su pasión a los quince años. Foto: Patricia Hall – Diseño: J.J. Sarabia . Buque de Papel .
Todo comienza por la huella de un pájaro
Un diccionario de la lengua española define a la caligrafía como ‘El arte de escribir con letra correctamente formada’. Lo correctamente formada le imprime un sentido estilístico al arte mismo de escribir.
En oriente y en general, en Asia, dominar la caligrafía equivale a manejar el arte de la pintura en nuestro lado occidental. Va más allá de dibujar unos caracteres sin sentido. Cada curva, la longitud, entre otras características, nos revelan mensajes encriptados con los más bellos significados.
“Si hablamos un poquito del origen de los caracteres chinos nos tenemos que remontar hasta hace 3.500 años”, nos dice el maestro Kakishita que no deja de sudar al estar encarcelado entre el muro de gente atraída por su acento oriental. “En esa época, alguien vio la huella que dejó un pájaro, y desde la huella de la pata que dejó ahí en la tierra, pensó que nosotros también podíamos dejar alguna marca o huella para descifrar la historia”.
El célebre personaje se refiere al legendario Ts'ang Chieh a quien se le reconoce como el inventor de la caligrafía china.
La huella de Kakishita
Le pregunto: “¿Qué huellas le ha dejado Bogotá?”, pero la traductora le dice: “¿Qué huellas ha dejado en Bogotá?”. Entonces él responde: “El mensaje que quiero transmitir es la paz”. Como la postura que tomó su gobierno al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Sobre el rectángulo donde está parado hay dispuestos varios papeles especiales, grandes pinceles y recipientes llenos de tinta. Como si su traductora, los ayudantes y él mismo, quisieran no dejar huella en el tapete azul que forma el rectángulo, están sin zapatos como si pisaran lugar santo.
Pero si la caligrafía es considerada un arte, como todo arte, debe tener sus complicaciones. El maestro nos puede hablar un poco más.
Diez años de dedicación como mínimo
“Lo más importante es la continuidad del trabajo. Con el esfuerzo permanente se adquiere esa capacidad”, afirma Kakishita, y enseguida agrega: “para adquirir las técnicas básicas, lo cual equivale a hacer dibujos en las bellas artes, como mínimo se necesitaría diez años”. Pero luego continúan veinte o treinta años más para comenzar a dominar realmente el arte de la caligrafía.
Pero para los que pensaban desistir de este riguroso oficio, tranquilos, el prominente maestro no siempre fue tan eminente.

La tinta para el arte caligráfico proviene de aceites naturales y extracto de plantas, algunas de ellas nocivas. Foto: Patricia Hall . Buque de Papel
“Yo no tenía una habilidad muy buena para la caligrafía. Pero la habilidad que uno tiene al comienzo no es muy importante; una persona puede tener más habilidad, pero si no se esfuerza no hace descubrimientos en el aprendizaje. También puede ocurrir que una persona con menos habilidad, cada que escribe descubre algo nuevo que genera esa pasión. A mí me nació a los 15 años durante el bachillerato”.
Las letras que trazan los expertos con tintas naturales, algunas venenosas, y regadas con pinceles de cabello humano, en el mejor de los casos, no son de su propia autoría, como lo confiesa Bokkan: “Las letras son caracteres chinos que con mi creatividad deformo cambiando la curvatura o la longitud de cada línea”.
Hoy, el maestro asesora el Consejo de Caligrafía Mainichi Shodokai; también es miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Caligrafistas Independientes del Japón (Dokuritsu Shojindan), profesor del Club de Caligrafía del Keidanren (Comité Económico del Japón) y director de la Asociación Hoitsu.
Sin darse cuenta, los imprudentes occidentales se acercan al sitio con los zapatos puestos, dejando la sucia huella sobre el lugar donde Kakishita se encuentra con las puras medias. No me puedo despedir sin pedir disculpas.
“Dígale al Maestro que muchas gracias y que disculpe por pisarle aquí con los zapatos”, me dirijo a la traductora. Cuando ella se lo dice a todos se nos suelta una risa, y finalmente la mujer traduce: “Muchas gracias”.

La Paz, el mensaje que quiere dejar Bokkan Kakishita . Foto: Patricia Hall – Diseño: J.J. Sarabia . Buque de Papel .