Banteay Srei: c iudadela con curvas de mujer
Seguimos explorando la antigüedad.

Foto: las puertas de Angkor Wat están llenas de misterio desde hace miles de años. Buque de Papel
Por: Renzo Opromolla , c orresponsal i tinerante , Buque de Papel , Angkor Wat, Camboya
Seducidos por una serie de comentarios durante nuestro recorrido por los diferentes edificios de Angkor Wat central, empezamos a contemplar la posibilidad de una última movida.
Víctimas de la inquietud por conocerlo todo, contemplamos en nuestro presupuesto e itinerario la recomendada visita a un templo prodigio: el sensual Banteay Srei. Su nombre suele traducirse en “Ciudadela de ”, o “Ciudadela de ”, en posible referencia a su delicado tamaño y a sus microscópicos ornamentos.
Erguido en la segunda mitad del siglo X, precisamente en abril del 967, a unos veinte kilómetros de Angkor central, el monumento no constituye un templo real, sino un santuario simple construido por Rajendravarman, el Gurú del futuro rey Jayavarman, a quién el monarca concedió las tierras.
Como todo edificio religioso administrativo de la cultura Jemer, a éste también lo rodeaba un asentamiento o pueblo contiguo, llamado en este caso Isvarapura. Ambos, conjuntamente considerados, ocupaban y determinaban su asentamiento en una extensión cercana a los quinientos metros cuadrados.

Foto: e l demonio Ravana, sacudiendo el Monte Kailasa, donde el Dios Shiva se encuentra sentado con su cónyuge Uma.
Los grabados, los tallados y los “ lintels ” , envergaduras que se ubican arriba, en la cabecera de las puertas representando diferentes escenas o motivos de esa vida ancestral, saturan la vista, forzándonos a ajustar la lente en magnitudes diminutas.
Retumba la paradoja. Difícil se nos hace explicarnos cómo es posible que tan precisa y delicada artesanía pueda seguir intacta aún mil años después de su creación. El calor es tan fornido que hasta las sombras han huido. Nada donde ampararse, tanto para contemplar en detalle.
Recorrimos así el pequeño aposento compuesto por tres cercados principales. Marchamos por el corredor principal y atravesamos diferentes gopuras (puertas de entrada a los pabellones). Nos condujimos entre las galerías laterales y las bibliotecas, y finalmente nos acercamos al sepulcro central. En el camino las imágenes grabadas nos iban transportando en sus escenarios, hacia un olvidado tiempo presente.
En uno de los lintels , plasmado sobre la librería sur, encontramos una escena que nos muestra al demonio de muchas cabezas Ravana, sacudiendo el Monte Kailasa, donde el Dios Shiva, uno de los dioses de la trinidad hindú, se encuentra sentado con su cónyuge Uma.
En otra se observa a Indra, Dios del Cielo, montando su elefante de tres cabezas, Airavata, en acción de crear lluvia para detener el fuego en la selva de Khandava, que ha sido atacada por el dios Agni, en intención de matar a Taksaka, quien allí vivía.

Foto: Angkor Wat fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992. Buque de Papel
Así, entre un conjunto de piedras moldeadas por manos dueñas de saberes enigmáticos, trasciende la esencia de la vida Jemer hasta conmover, en este indiferente presente, las más íntimas hebras de nuestra consciencia.
Satisfechos por haber confirmado en primera persona los rumores circundantes, emprendimos nuestro regreso a la ciudad, no sin antes sujetar un robusto coco que con su fresca bebida devolvía nuestras fuerzas. Una vez allí, caminamos el mercado, hicimos las últimas provisiones, y nos aprontamos para continuar con la aventura.
Por la mañana emprenderíamos el regreso hacia Bangkok, Tailandia, desde donde iniciaríamos, en tren, el descenso hacia el sur, donde contábamos poder elegir alguna de sus celestiales islas para pasar unos días.
El adiós a Camboya fue contradictorio y confuso. La profunda sensación de gratitud por lo ofrecido a mano llena, se tenía con destellos de añoranza en potencia. Los rostros sonrientes de gente simple y amable junto a un estilo de vida suspendido en el tiempo de antes, le arrancan a uno esa cuota de indiferencia que cobijamos en las grandes ciudades.
El frío de una masa que se agolpa y no se mira se hace ridículo en ese hermoso país. Sin embargo, los errores allí sucedidos no merecen ser borrados, sino más bien revisados, bajo el mirar de las nuevas generaciones, huérfanas de extremismos violentos y soportes de la nueva esperanza “Real”.

Foto: corredor del templo.
