El lunfardo sigue vivo en lo cotidiano
La silla 17 de la Academia Porteña del Lunfardo es la que ahora corresponde a Enrique Fraga, quien fue incorporado como miembro de número en esta institución cultural argentina, que busca la preservación de la jerga de Buenos Aires.

Por: Buque de Papel. Buenos Aires. Info, fotos y video: Buque de Papel
Comunicador de la Universidad de Buenos Aires, Fraga también es músico y siempre se ha interesado por estudiar y descubrir aspectos del lunfardo que han quedado en el olvido y aclarar otros, como la de sus orígenes.
El lunfardo tuvo su origen hacia mediados del Siglo XIX por la migración que llegó a Argentina en esa primera ola. Y por la mixtura de culturas se asentó en lugares propios del puerto y de la creciente ciudad, manifestó. Y ratificó que su surgimiento no fue en los presidios como se ha buscado desde siempre estigmatizar.
Afirmó que es cierto que, hasta la palabra lunfardo, en esa misma jerga significa “ladrón” y que tuvo su desarrollo en las orillas, donde la corriente dominante, la positivista, publicó y clasificó incluso al mismo tango.
Por ciento, y con el paso del tiempo, la jerga sigue en plena vigencia con el uso cotidiano como tomar el bondi (colectivo) hablar de bulines (habitaciones) turritos (tontos) funyi (sombrero) o castañazo (piña, puñetazo).
Para ingresar de pleno a la academia, Fraga presentó un ensayo sobre las censuras y autocensuras del lunfardo en la radiodifusión argentina, entre los años 30 y 50, cuando por diferentes razones políticas sociales y hasta nacionalistas, se prohibió su uso e incluso cambiaron las letras de los tangos originarios para poder ser emitidos por este medio.




