voLa viruta o el baile de la vida

Ver bailar tango es una experiencia sin nombre, sin encasillamiento, sin cliché. Pero atreverse a bailarlo en un lugar donde asisten seres humanos como uno, con kilitos de más, con pelos de menos, es casi místico.

-Buenos Aires es una ciudad que exuda nostalgia, y como lo cantaba Gardel hace décadas (incluso le estoy escribiendo desde Medellín, donde estoy hoy por cosas de laburo) a uno, que vivió allí, recorrió sus calles, compartió con ustedes, le dan unas ganas locas por undefined "volver"a ese undefined “Buenos Aires querido”. ¿La novela tiene esas pinceladas de nostalgia, de tango, de bandoneón que llora?

Sí, estamos hechos de nostalgia, y yo prefiero de la buena: esa nostalgia que sintoniza con la buena memoria, esa nostalgia que permite el contacto con el ayer, sí, tal vez de manera
‘melanco’ , pero en felicidad, porque el ayer es identidad, y ayer son nuestros muertos, nuestras memorias se nutren en la ausencia, y es bueno visitar ausencias, vivir con ellas para nutrir el presente en el que nos vamos de vida caminante. No adhiero a la posición llanto, adhiero al gustito ‘melanco’ de la memoria, a la saudade amanecida entre tragos de vino y recuerdos volcados sobre una sobremesa o en una mesa de café plena de sabihondos de boliche que